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Cuando les dijeron en el hostal que solo quedaba una habitación doble con cama matrimonial a ella se le ilumaron los ojos. Ambos compañeros de trabajo se veían obligados a compartir cama, pero ella en lo único que no pensaba era en dormir.
Nada más entrar en la habitación ella se sentó en la cama y se quedó como esperando a que él hiciera algo. Como no lo hacía le invitó a desnudarse, y finalmente lo hizo. La madurita cuarentona no hacía más que tocar todo su fibroso cuerpo muy cachonda, estaba demasiado excitada.
Una vez los dos se desnudaron él empezó a comer el coño de su compañera mientras la zorrita no paraba de reir, puede que por los nervios o puede porque todo aquelle le hiciera gracia.
Incluso cuando se puso sobre él para que la penetrara no podía ocultar su bonita sonrisa.
Al final la sacó en el último segundo para vaciarse encima de su coño.