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Estaba leyendo en casa junto a su marido, pero el hombre como siempre tenía ganas de follar. Ella no solía decirle que no, más bien al contrario, le encantaba sentir su polla dura dentro de ella. Además él sabía que follar con su esposa era algo único, pocas maduras ponen tanto interés en el sexo como ella.
Se desnudaron y él le mostró su polla mientras la zorra se masturbaba en el suelo mirándolo, pero por poco tiempo. Pronto se la estaba chupando, pero lo que ambos querían era llegar a la penetración por supuesto. Al rato ya se la estaba metiendo a la zorra de su esposa, pero ella tenía una peculiaridad un tanto morbosa. Y es que cada vez que llegaba al orgasmo se ponía a llorar. Eso por alguna razón a él le excitaba mucho, tanto que muchas veces no podía contenerse y se corría en cuanto le caían las lágrimas a la putita.