¿Confias en tu madre o no?

Aquella mujer siempre decía que se relajaba en el campo, y con razón. No solo estaba allí a sus anchas mientras leía y escribía tumbada sobre la hierba, sino que además de vez en cuando algún mozo del pueblo se le acercaba con unas intenciones que pronto descubría agradecida. Ese chico fue a por ella y le dio una flor, a cambio solo quería ver la flor que la madura tenía entre sus piernas. Empezó a tocarla y no tardaron en desnudarse, la vieja se lo iba a dar todo. No querían perder el tiempo, por lo que una vez desnudos comenzó a penetrarla. Fue una de esas folladas al aire libre que nunca se olvidan, y a ellos les encantó hacerlo como si fueran animales. Al final toda la leche se la echó en la cara a esa vieja, luego la dejó allí tirada.