Una cerda demasiado caliente

No hay nada más placentero en esta vida que conseguir lo que uno se propone aunque le cueste casi la vida. En este caso lo que quería conseguir este tío no era peligroso relativamente porque a malas lo único que pasaría malo es que su tío jamás le volvería a hablar si se enterase. Pues esa obsesión que tenía no era otra que la de follarse a su tía, una treintañera con un coño que alimentaba solo de verlo. Mil veces estuvo a punto de tirar la toalla pero había algo en su tía que siempre alimentaba sus esperanzas de seguir intentando follársela una y otra vez, algo que al final ha sucedido.