A la cuarentona le van las pollas negras

No podía evitar fijarse en las enormes tetas de su madrastra, siempre que la veía sus ojos se centraban en esos enormes pechos. Ella lo sabía, y aquél día le dijo que se sentara a su lado en el sofá. Parecía molesta y estuvo hablando con él hasta que de repente empezó a sonreir y le pidió que le enseñase la verga. No podía creérselo, que puta que era. Se la enseñó y la zorra empezó a meneársela. No se la llegó a comer aquél día, pero habían abierto la puerta a algo realmente morboso. Finalmente y tras muchos roces entre ambos se la acabó follando en el sofá de casa, fue una gran experiencia metérsela a esa zorra hasta correrse sobre su boca bien abierta.