Jovencito pervertido en casa

Mi madrastra siempre me ha puesto muy caliente, mi padre desde luego tiene buen gusto. Ella era mucho más joven que mi viejo, a sus 39 años estaba en la flor de la vida y yo solo deseaba follar con ella. Tantos días viéndola, muchos a solas, y demasiadas pajas pensando en esa zorra. Hasta que por fin me decidí, mientras ella estaba en la cocina me acerqué y comencé a hablar. Mi sorpresa llegó cuando fue precisamente ella la que agarró mi paquete, no podía creérmelo, quería tener sexo conmigo.
Tras ese primer roce empezamos a besarnos y poco después estaba yo tocando sus grandes pechos. Eso hizo que ella se pusiera mucho más caliente, por lo que me lancé y sacándome mi polla la penetré en la misma cocina.
Mi padre nunca se imaginaría que me follé a su mujer hasta correrme en su cara, la misma que él besa cada noche.