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El muchacho fue a ver a su padre, pero el hombre no se encontraba en casa. Allí solo estaba su actual pareja, una atractiva madurita de 41 años con la que él vivía. La mujer le invitó a entrar y le dijo que se sentase, que no tardaría en llegar. Fue entonces cuando ella se acurrucó en el sofá junto a él y comenzó a contarle ciertas intimidades, como que su padre ya no quería tener sexo con ella. Se la veía bastante decaída, ella sabía que seguía siendo atractiva y necesita a un hombre que se lo demostrara. Poco después de esta confesión el muchacho vio una oportunidad de hacérselo con la cuarentona y ni se lo pensó, al fin y al cabo se notaba que era lo que ella quería. Mientras la mujer acariciaba el pecho del joven él fue directamente a besarla, por supusto le devolvió todos los besos.
La zorra estaba tan caliente que poco después estaba desnudando al que era su hijastro, luego ella también se quedó en pelotas mostrándole su bonito cuerpo y especialmente esas tetazas que habían enamorado a su padre. Tras un poco de sexo oral fue precisamente ella la que se colocó encima de su rabo para que así pudiera metérsela hasta el fondo. Se la folló por supuesto, y en ningún momento se acordó de que era la pareja de su padre. Al final para correrse sabía que lo mejor eran sus tetas, por lo que puso su verga entre medias y mientras le hacía una paja cubana acabó eyaculando sobre ella.