Feliz con la leche de su hijastro dentro del coño

Hay una vecina en el barrio algo madurita, bueno, bastante madurita, que va llamando por las puertas del vecindario buscando jóvenes a quien pedir un poco de azúcar o alguna barra de pan. Yo creo que ya me entendéis. En cuanto acceden algo confundidos se cuela para adentro y cuando menos te das cuenta ya te ha bajado los pantalones.