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Las mujeres negras tienen algo especial, más aun si se trata de viejas o al menos de maduras. Esta señora era de las que me gustaban a mi, con unos cuantos kilos de más, un buen par de tetas y un culazo tremendo. Lo mejor de todo es que le gustaban las pollas jóvenes y la mía estaba a su disposición. Nada más llegar a su casa comenzamos a desnudarnos y ella me hizo una buena mamada, se notaba que le gustaba chupar rabos duros.
Solo con verla mi rabo se ponía cada vez más duro, me imaginaba penetrando a aquella vieja y dándole toda mi leche. No hizo falta esperar mucho y al poco ya estaba dándole duro. Primero la tumbé boca abajo y comencé a darle por detrás, quería disfrutar de ese gran culazo negro un rato. Luego se sentó encima de mi mientras la seguía penetrando.
Al final la puse boca arriba para así disfrutar en esta ocasión de sus grandes pechos mientras la penetraba, y no pude aguantar más, saqué mi verga y me corrí en sus tetazas.