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Su vecino insistía en pasar tiempo con ella. La mujer no sospechaba lo que en realidad quería aquél hombre. Ella se veía a si misma como vieja y gorda, no pensaba que podía ser atractiva a los ojos de un hombre. Sin embargo a él se la ponía bien dura siempre que la miraba. Lo que más cachondo le ponía eran esas dos enormes tetas, necesitaba verlas al natural y poder disfrutar de esas tetorras.
Ya hablando con ella la mujer se dio cuenta de que quería sexo y no se negó, al contrario, se sintió halagada. Se comenzó a desnudar y por fin su vecino pudo ver esas dos enormes tetas de vieja, las cuales eran realmente grandes.
Comenzó a tocarlas y a chuparlas, mientras tanto se iba quitando la ropa él también. En cuanto la vieja vio su rabo se tiró como una perra en celo, todavía se acordaba de como chupar un buen pene.
Luego fue ella la que se montó encima de la polla de su vecino, pero más tarde le quiso dar la vuelta y la puso con las piernas bien abiertas tumbada en el sofá mientras él la penetraba una y otra vez.
Él se corrió en sus tetas, no pudo aguantar más. Sin embargo la vieja tenía ganas de más sexo, por lo que para llegar al orgasmo recurrió a masturbarse ella sola después de la follada.