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Su hermanastra era una zorra, eso lo tenía claro, pero ese día además descubrió lo guarra que era su propia madre. Y es que sin saberlo ellas dos mantenían una lésbica e inapropiada relación, follaban cada vez que tenían oportunidad. Pero ese día les apetecía también probar un buen rabo, y para ese trabajo nadie mejor que el chico. Entraron en la habitación de su madre y acabaron los tres en la cama. El muchacho se quedó sorprendido viendo como su madre y su hermanastra comenzaban a besarse, tocarse y desnudarse. Pronto se dio cuenta de que estaba ahí para participar, y tampoco le hizo ascos.
Tras un rato el chico empezó a penetrar a su propia madre, una vieja degenerada a la que le importaba bien poco que fuera su hijo el que se la estuviera follando.
También se la metió en alguna que otra ocasión a la zorra de su hermanastra, pero la leche se la guardaba para la vieja pervertida de su madre, por lo que acabó corriéndose sobre su vientre arrugado.