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Ella era una mujer divorciada, pero siendo cuarentona como era todavía tenía muchas ganas de sexo. Sin embargo al no tener un hombre en su casa solía recurrir a la masturbación. Ese día fue otro más, en el que comenzó a masturbarse en su cama hasta que cayó en la cuenta de que su sobrino estaba en casa, ya que había ido a pasar unos días. Fue entonces cuando decidió ir a por él e intentar tener sexo con el muchacho. Cuando entró él estaba dormido, pero no tardó mucho en despertarse y tener la visión de la buenorra de su tía con en lencería delante de él. Al ver si figura esas dos grandes tetas el chico se excitó, y es que a su edad eso es algo normal. Sin embargo le parecía extraño hacerlo con su tía, pero ella aun así se metió en la cama con él. Pronto estaba manoseando su polla, la cual la tenía bien dura, y el muchacho supo en ese momento que se lo iba a pasar mejor que en toda su vida.
No se equivocaba, la zorra le chupó su polla y luego se sentó sobre él para metérsela dentro de su peludo coño. Hacía tiempo que no sentía una polla caliente dentro de ella y la guarra estaba muy excitada.
Al final acabó mamándosela nuevamente a su sobrino hasta que éste se corrió en su boca. Tras eyacular ella quiso ejercer como una tía responsable y agarró una toalla para limpiar al muchacho de sus propios fluidos.