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Su madre era la típica ama de casa de avanzada edad, que como no tenía pareja pues estaba divorciada, se entretenía con las labores domésticas. Sin embargo había otra cosa que le gustaba mucho más a la madura y con lo que se entretenía mucho mejor, y eso no era otra cosa que hacer «cositas» con su hijo. Aquél día mientras el chico estaba en su cama leyendo apareció su anciana mamá con la misma cara de zorra que otras veces, se puso sobre él en la cama y comenzó a tocarle. Su hijo sabía perfectamente lo que la mujer quería, ella deseaba su polla. Así que sin más él también empezó a tocar sus pechos y su cuerpo. Al rato ya estaba follando su peludo coño de vieja mientras la guarra gemía como la puta que era.
El chico por supuesto se corrió dentro de su vagina, siempre lo hacía y esta vez no iba a ser una excepción. De hecho a su madre le encantaba sentir dentro toda su leche caliente.